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Jóvenes llamados a ser protagonistas y no espectadores del futuro.

Juan Kelman Núñez Castillo.

Vocal de comunicación y piedad del Secretariado Nacional de República Dominicana.

Mi nombre es Juan Kelman Núñez viví la maravillosa experiencia de Cursillo de Cristiandad del 13 al 16 de septiembre del 2007, donde encontré felicidad, fe, amor y esperanza en un momento difícil de mi vida. Me dirijo a ustedes en nombre de Cristo para compartir algunas ideas sobre la juventud en el MCC. Actualmente sirvo en el Secretariado Nacional de la República Dominicana como vocal de comunicación y piedad; y deseo animarlos a ser protagonistas y no espectadores del futuro en la vida cristiana. 

El Papa Francisco ha exhortado a los jóvenes a involucrarse en la creación de una sociedad más justa, creerse protagonistas de la evangelización y entregarse al otro con amor concreto. El Movimiento de Cursillos de Cristiandad nació en la década de los 40 como una respuesta a la pasividad pastoral y una búsqueda de nuevas formas de evangelización. Con un enfoque dinámico y triunfal del cristianismo, se busca llevar el mensaje de amor a todos, especialmente a los más necesitados y alejados. Sin embargo, enfrentamos hoy el reto de la falta de jóvenes en el MCC.

Es necesario incorporar a los jóvenes al MCC para asegurar su futuro y su crecimiento; siendo los mismos la clave para revolucionar el movimiento y llevar el mensaje del evangelio a nuevas generaciones. El desafío actual a nivel mundial del MCC se centra en atraer a los jóvenes, formar líderes testigos de la fe y mantenerlos comprometidos; ayudándolos a ser feliz para toda la vida. Con la fuerza y el entusiasmo de la juventud, el MCC puede seguir siendo una luz en un mundo lleno de oscuridad.

En razonable la importancia de la juventud en Cursillos de Cristiandad y para poder afrontar dicha propuesta, el punto de partida es Jesucristo como camino a seguir y nuestra reflexión sobre la respuesta del MCC hacia los jóvenes. Se hace necesario de una revolución de la conciencia en lugar de simplemente una evolución del movimiento. Son diferentes paradigmas en la juventud, desde ser vistos como quienes no están preparados, juventud causante de problema; es prioridad de llegar hasta el punto de considerarlo como potenciales transformadores.

Las dificultades que enfrentan los jóvenes en sus ambientes son muchas, por eso la importancia de reconocer, identificar y permitir la participación activa de la juventud en la sociedad y en la Iglesia. Las conferencias episcopales latinoamericana han abordado el tema de la juventud en América Latina y el Caribe, destacando la importancia de escuchar, acercarse y discernir con los jóvenes. Es urgente la necesidad de apostar por la juventud como fuerza impulsora y permitirles liderar proyectos que promuevan una cultura de paz, la defensa de la vida humana y del planeta. La figura de María de Nazaret nos ayuda como ejemplo de compromiso y confianza en Dios para afrontar el desafío de los jóvenes en las estructuras de servicio del MCC.

Las actitudes de Jesús la podemos aplicar en los tres tiempos del método del MCC, que nos enseña a acercarnos con humildad para acompañar a aquellos que nos necesitan, a callar y escuchar para discernir, a intervenir en el momento oportuno con inteligencia, a esperar sin reivindicaciones, a dialogar propositivamente con escucha receptiva, a dejar en libertad sin imponer, a permanecer disponible y sensible, y a estar presente en la comunidad para conducir al Padre.

La juventud ha sido llamada por Dios a ser protagonista en la creación, viviendo con creatividad, personalidad y autonomía el protagonismo del discipulado misionero. Los jóvenes representan la juventud del Espíritu Santo, manifestando dones como audacia, dinamismo, amistad, solidaridad, amor, entre otros; formando parte esencial de la Iglesia y participación como tal en la construcción de un mundo mejor.

En los tiempos actuales, los jóvenes buscan sentido en comunidades auténticas y abiertas, y la Iglesia debe ser acogedora y misericordiosa para responder a sus necesidades. Es importante que los jóvenes sean protagonistas, no solo imitando a los mayores, sino asumiendo responsabilidades en su misión y vocación. La Iglesia debe acompañar a los jóvenes en su búsqueda de la santidad y llevar la luz de la fe a lugares difíciles. Para acercarse a los jóvenes, es necesario utilizar medios como multimedia, experiencias y encuentros, arte y belleza, adoración y testimonio. 

La exhortación apostólica post-sinodal de Papa Francisco destaca la importancia de los jóvenes como protagonistas del futuro y anima a la Iglesia a ser receptiva y abierta a sus aportaciones. La bula de convocación del Jubileo del año 2025 resalta la necesidad de brindar esperanza a los jóvenes, quienes son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo. Es fundamental que el MCC se enfoque en los jóvenes, quienes necesitan estimulación y acompañamiento en su búsqueda de un ideal que le dé sentido a su vida peregrinante.

En la visita a Venecia en abril 2024, el Santo Padre Francisco alentó a los jóvenes a levantarse, abrir su corazón a Dios y caminar con esperanza. Destacó la importancia de levantarse y andar, haciendo referencia a la necesidad de salir de la comodidad y dar de sí mismos a los demás. Es fundamental que los jóvenes se levanten y se pongan en marcha, llevando la luz del Evangelio a todos los rincones del mundo.

El papel del dirigente en el marco de la juventud en los tres tiempos del método es crucial. Es importante reflexionar sobre cómo abordar a los jóvenes en el pre cursillo, qué nivel de comprensión y admiración alcanzan los futuros cursillistas jóvenes y si hay un lugar en el MCC para ellos. La amistad y sinceridad de los dirigentes también juegan un papel importante en iluminar a los jóvenes cursillistas. La manera de convivencia de los miembros de una Escuela de Dirigentes frente a los jóvenes es fundamental, como trabajar de manera sinodal para mejorar el compromiso con los jóvenes. Profundizar en posibles cambios de conducta, motivación y actitud es esencial.

Don Bosco sirve como ejemplo de cómo mirar a los jóvenes con los ojos de Dios y crear una comunidad amorosa con ellos. Significativa es la actitud de los veteranos y el dinamismo en las Ultreyas, ya que los jóvenes necesitan sentirse valorados y acogidos en el MCC, fomentando su participación en las Ultreyas, Reunión de Grupo y valorar los dones que pueden aportar.

Las Escuelas de Dirigentes, motor del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, necesitan adaptarse para hacerlas más atractivas para los jóvenes e integrarlos adecuadamente en las estructuras de servicio, valorando su formación específica que debemos ofrecerles. Es crucial estar abiertos a nuevas propuestas y prepararse para acoger a los jóvenes.

El levantamiento de las vocalías de jóvenes en diversas diócesis revela fortalezas como la oración, la entrega de los jóvenes y el apoyo de la comunidad. Comparemos los jóvenes como la glucosa, que nos da la energía para realizar cada una de nuestras acciones diaria, pues los mismos deben insertarse en las vivencias de nuestro querido y amado MCC como protagonistas y no espectadores del futuro. Es esencial comunicar a un Cristo vivo y brindar energía, carisma, humildad y optimismo en los proyectos del MCC. Siguiendo el ejemplo de San Juan Pablo II; animamos a los dirigentes del Movimiento de Cursillos a no tener miedo de hablarle de Cristo al joven de hoy y mirarlo con el corazón, ser facilitadores de la Gracia involucrando a las nuevas generaciones en la misión de la Iglesia. 

Los dirigentes tenemos el desafío de asumir compromisos concretos y aplicar estrategias para lograr jóvenes cursillistas protagonistas y no espectadores del futuro.

Por Cristo más, más y más.

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