El Método del MCC

El Metodo del MCC

Una característica identificativa del MCC es su propio método evangelizador, del que llega a decirse que “a pesar de la dependencia y subordinación del Método a la mentalidad y a la finalidad del Movimiento, es tanta su importancia que viene como a imprimirle “carácter” al Movimiento[1]. Realmente, en muchas ocasiones el Movimiento se identifica y se conoce por su método, y más concretamente, por una parte de su método: el Cursillo. Aún así, el método del MCC es básica y fundamentalmente un medio, propio y específico, para evangelizar, para hacer posible la finalidad del Movimiento: que las personas se encuentren con el Señor, que tengan posibilidad de vivir de forma nueva y así originar una sociedad, un mundo nuevo.

En el método del MCC se distinguen tres fases o etapas, inseparables e insustituibles: el PRECURSILLO, el CURSILLO y el POSCURSILLO. Las tres son igualmente importantes y sólo la aplicación adecuada de las tres posibilita y garantiza que se consiga la finalidad del Movimiento[2]. Por eso es conveniente destacar que el Cursillo, aunque es la fase más conocida y más identificativa, no puede concebirse por si sólo y que va necesariamente unido al Precursillo y al Poscursillo.

Además de las tres fases, el método del MCC se caracteriza por una serie de rasgos esenciales, que están presentes en todas las fases y que también identifican y definen lo que es el Movimiento. Así, se considera que es un método kerygmático, es decir, que se centra en la proclamación jubilosa de lo fundamental cristiano, hecha por testigos y con vistas a la conversión. Es por tanto un método en el que el testimonio de vida compartido y las relaciones personales (la amistad) son cauce fundamental para la experiencia religiosa. Es también un método en el que se complementan la dimensión personal y la comunitaria: se parte del respeto y la atención a la realidad de cada persona, pero se promueve y se posibilita la experiencia comunitaria. Por otra parte, como en todo método evangelizador, la oración es un elemento fundamental: como soporte de cualquier otra actividad y como dimensión esencial de la experiencia cristiana.

[1] IFMCC nº 160.

[2] IFMCC nº 171.

El Precursillo

El Precursillo es la fase inicial del método, de preparación y motivación para la experiencia religiosa. Tiene como objetivo el despertar el deseo de crecer y realizarse como persona, y el crear una disposición de apertura, escucha y búsqueda de Dios. Se realiza en el marco de una relación personal o de grupo, sin tiempos ni modelos preestablecidos.

En el Precursillo se pretende buscar y preparar a personas en los diversos ambientes de la sociedad, con opción preferencial por los alejados, para su transformación en cristianos responsables y auténticos, agentes de evangelización y cambio. Para ello también se realiza un estudio y discernimiento de los diferentes ambientes y de las personas en ellos integradas.

La preparación de los candidatos es un elemento esencial del método de Cursillos. Es indispensable dar a los candidatos seleccionados una preparación adecuada que facilite el aprovechamiento del Cursillo y la inserción comunitaria en el Poscursillo. Los objetivos de esta preparación son:

        1. Despertar el deseo de realizarse como persona y como cristiano.
        2. Crear disposición de escucha, de apertura, de trascendencia y de sentido.
        3. Clarificar qué es el Cursillo al que se invita.

El Cursillo

El Cursillo es la fase central del método, en la que se posibilita una experiencia profunda de encuentro (con uno mismo, con los demás y con Dios). Se desarrolla como una convivencia, normalmente de tres días, en régimen de internado, en la que se explicita y se vive lo fundamental cristiano. Es la fase en la que se sigue un modelo más definido y estructurado.

Los tres días del Cursillo tienen mucha importancia; los que viven la experiencia de un Cursillo sienten, en general, una vivencia tan profunda, que el paso por un Cursillo marca, sin duda, toda su vida.

Se podría decir que los objetivos del Cursillo son:

        1. Posibilitar un encuentro personal con Cristo, que comienza con un encuentro con uno mismo y se completa con un encuentro con los demás.
        2. Propiciar el inicio de un proceso de conversión consciente, creciente y compartido en comunidad.
        3. Despertar el sentido comunitario por la vivencia de la amistad.
        4. Motivar la responsabilidad cristiana en los propios ambientes.

 

El Poscursillo

El Poscursillo es la tercera fase del método del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, inseparable de los otros y culminación del mismo. Es la fase de maduración cristiana y de inserción y proyección en la Iglesia y en el mundo. En ella se articulan los medios que posibiliten la maduración y el crecimiento en la fe, la inserción en un grupo eclesial y el compromiso en los ambientes, siempre en función de la vocación y de la realidad de cada persona.

El Poscursillo pretende renovar, acelerar y perfeccionar la conversión personal iniciada en el Cursillo, promoviendo grupos cristianos en los que compartir vida, fe y compromiso y, desde ellos, promover la fermentación evangélica de los ambientes, por la actuación de las personas que en ellos están insertas.

En el Poscursillo se intenta que se haga realidad el ser de los cristianos laicos: Iglesia en el mundo, de forma natural y cotidiana, cada uno en su propia realidad, en el sitio en el que a cada uno Dios le dio.

Como todo el método, el Poscursillo se desarrolla en la comunión y corresponsabilidad eclesial, insertado en la Iglesia local y abierto a la colaboración y coordinación con los planes diocesanos de pastoral y con otras realidades eclesiales.