El OMCC es un organismo de servicio al MCC mundial. Su objetivo fundamental, su razón de ser es el servir a la unidad, servir a la identidad, servir a la misión y a la vida el Movimiento en todo el mundo.
Para concretar y desarrollar ese servicio se hace preciso, en primer lugar, determinar unas líneas básicas que lo enmarquen, lo enfoquen y lo impulsen. Y además, subrayar las actitudes y el talante esencial con el que se quiere abordar la tarea. Esto no significa predeterminar un programa de actuación cerrado y rígido, ni pretender marcar una pauta directiva para el MCC. El OMCC es una estructura básicamente subsidiaria, que debe tener como prioridad el impulsar adecuadamente la vida del Movimiento, en todo el mundo, en sus distintas realidades. Las actuaciones, las actividades y las propuestas del OMCC siempre vendrán determinadas por la realidad del Movimiento1, por las necesidades, inquietudes y requerimientos de sus actores principales, que son los Secretariados Nacionales y diocesanos. Y por tanto, el servicio del OMCC tiene que basarse en el conocimiento y en el diálogo, en la reflexión y el discernimiento, en la cercanía y la disponibilidad, en la escucha y atención a las voces múltiples y diversas del MCC en todo el mundo.
Aún así, el determinar unas líneas básicas y unas actitudes de partida resulta ciertamente necesario. Porque hay diferentes marcos de interpretación y de comprensión de nuestro Movimiento y por tanto, diferentes formas de situarse ante el servicio que el MCC requiere hoy. La trayectoria individual de cada dirigente, y la trayectoria global de cada Secretariado está en gran medida configurada por ese marco de interpretación del MCC, por una determinada comprensión del origen y la naturaleza del Movimiento, de su devenir en el tiempo y de su posicionamiento ante la realidad. De ahí que sea importante establecer con claridad los principios básicos y el marco conceptual sobre el que se presenta la candidatura, que debiera ser a su vez un reflejo coherente y un signo distintivo de la trayectoria de los componentes de la misma.
De esta forma, se destacan tres líneas básicas o tres principios fundamentales para el servicio a prestar desde el OMCC:
La IDENTIDAD y UNIDAD del Movimiento, tomando como marco de referencia prioritario el mismo Estatuto del OMCC, el decreto de reconocimiento canónico del MCC y el libro de IDEAS FUNDAMENTALES en su 3ª Edición (IFMCC 3).
- El MCC es una realidad amplia y diversa, adaptada a muy distintos entornos culturales, con diferentes trayectorias, con diversas particularidades y “tradiciones”, con distintos matices y acentos en su forma de actuación… y esa diversidad es una riqueza, reflejo también de la diversidad de la Iglesia y de las distintas realidades humanas. Es lo que permite que la actividad del MCC responda realmente a las personas concretas, con sus condicionantes propios.
- Esa diversidad se conjunta en la necesaria unidad, en torno a una identidad común y compartida por todos, identidad derivada del carisma, de la mentalidad, finalidad, estrategia y método del MCC. La unidad se configura sobre lo realmente esencial del Movimiento.
- La unidad en la diversidad es ciertamente un reto. Que supone, en primer lugar, aceptar la diversidad… ¡No somos un movimiento sólo de blancos y negros! ¡Somos un movimiento de colores, de muchos colores diferentes! Pero de la misma forma, supone asumir la unidad, el hecho de que sólo unidos somos. Y la unidad tiene que hacerse en la verdad y en la identidad esencial y común del MCC, discernida y aceptada por todos.
- La identidad tiene que explicitarse de alguna forma, aunque sea de forma parcial y limitada. Para que pueda ser comprendida y compartida. Y la mejor expresión de la identidad del MCC se tiene en esa triada de documentos esenciales: el decreto de reconocimiento canónico del MCC, el Estatuto del OMCC y el libro de IF3Ed.
- En estos documentos se conjuga el imprescindible discernimiento que la jerarquía de la Iglesia ha hecho de nuestro carisma y la propia autocomprensión del carisma que el Movimiento, en un Encuentro Mundial, ha acordado de forma mayoritaria (Encuentro Mundial de Brisbane, Australia, 2013, en el que se aprobó el texto de Ideas Fundamentales 3 Edición). No cabe, por tanto, otra interpretación de nuestro Movimiento, ni se hace necesario volver a mirar atrás. Disponemos ya de nuestro marco básico, a partir del cual el Movimiento tiene que seguir moviéndose.
- Ciertamente, es preciso seguir reflexionando, discerniendo y clarificando, a partir de ahí, lo esencial del MCC. Y es una tarea a realizar por todos, ayudándonos mutuamente para entender mejor nuestro carisma, para ser fieles a lo realmente esencial y para tener libertad en lo que no es esencial, manteniendo siempre ese vínculo de unidad, de caridad, de amistad, que nos configura como Movimiento.
- Solo en la medida en que crezca la comprensión de nuestra verdadera identidad, solo en la medida en que mejor esté asumida y más integrada en la vida de nuestro Movimiento, en sus dirigentes, en sus Escuelas y Secretariados, el Movimiento dará fruto en la realidad de hoy. Es una absoluta necesidad: redescubrir, recuperar y revivir nuestra identidad y hacerlo juntos, unidos, como un único Movimiento eclesial.
- El servicio del OMCC a toda la comunidad cursillista del mundo se tiene que desarrollar en esta línea: promover una mejor comprensión y vivencia de la identidad del MCC y promover una mayor unidad en lo esencial del MCC. Ateniéndose a lo que el propio Estatuto indica y proyectándose a partir de lo que se señala en IFMCC 3.
- En el Estatuto del OMCC se recogen claramente los objetivos del OMCC (artículo 3), que necesariamente tienen que situarse en la base del proyecto de trabajo y del plan de actuación:
- Promover la unidad de comprensión de lo esencial del MCC a nivel mundial;
- Conservar al MCC en su fidelidad a la iglesia y a su Magisterio (cf. IFMCC 3, n. 345);
- Preservar la identidad y la unidad del MCC en su esencia, en fidelidad a su carisma, al libro de Ideas Fundamentales del MCC y a las conclusiones de Encuentros Mundiales. (cf. IFMCC 3, n. 345);
- Facilitar el mutuo intercambio de informaciones, iniciativas y continuadas reflexiones de los Grupos Internacionales;
- Animar a los Grupos Internacionales a que cumplan con las responsabilidades que tienen con los Secretariados Nacionales;
- Promover la unidad y cooperación entre los Grupos Internacionales;
- Asistir a los Grupos Internacionales para que alcancen sus objetivos;
- Promover la reflexión y el estudio sobre el papel y la misión del Movimiento de Cursillos a nivel mundial;
- Ayudar a introducir el MCC en aquellos países donde aún no se haya establecido.
- Por su parte, en IFMCC 3 también se marcan pautas básicas para mantener la propia identidad (IFMCC 3, n. 109), para madurar y hacer crecer el Movimiento (IFMCC 3, n. 72), para seguir respondiendo de forma original a los retos del momento presente (IFMCC 3, n. 75, 83) y para seguir creando unidad en la diversidad (IFMCC 3, n. 84).
La ECLESIALIDAD del Movimiento, concretada de forma particular en el seguimiento de las orientaciones, indicaciones y pautas derivadas del actual MAGISTERIO de la IGLESIA, especialmente de las propuestas del Papa Francisco y de las sugerencias inmediatas del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
- El MCC es un movimiento eclesial y este es un rasgo distintivo y fundamental para nuestra identidad y para nuestra unidad. Somos Iglesia, antes que movimiento, somos cristianos antes que cursillistas. El camino del MCC es, hoy y siempre, el camino de la Iglesia.
- Son muy claras las palabras del Papa Francisco en este sentido: “Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos”.
- Caminar en la eclesialidad del MCC significa ser más conscientes y vivir más plenamente la presencia salvadora de Dios en todas nuestras actividades. Implica responder con más pasión a nuestra misión evangelizadora, a la urgencia del kerigma, a la llamada a salir a los demás. Y supone vivir más en comunión, sintiéndonos y sabiéndonos uno, convirtiendo todas nuestras estructuras y todas nuestras actividades en “casa y escuela de comunión” (IFMCC 3, n. 308). De nuevo en palabras del Papa Francisco: “En la comunión, aunque duela, es donde un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo”.
- Como otras realidades eclesiales, ahora somos llamados a vivir de forma nueva nuestro ser Iglesia: como Iglesia en salida, en conversión misionera, pastoral y estructural; como una Iglesia más de Dios y más al servicio de los hombres y mujeres de hoy; una Iglesia más evangelizadora y más en comunión. El sueño del Papa Francisco, de “una opción misionera capaz de transformarlo todo“, para la impostergable renovación eclesial8 es también un sueño y un reto para nuestro Movimiento.
- La eclesialidad también conlleva hoy plantear la SINODALIDAD en nuestro MCC, ya que “la sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión… es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio9”. Y por tanto supone plantear cómo tenemos que caminar juntos, juntos en el Movimiento y juntos en la Iglesia, desde la mutua escucha, desde el dialogo, desde la cercanía y la acogida… y desde la escucha al Espíritu Santo.
- Igualmente, una eclesialidad real y sincera supone acoger real y sinceramente las orientaciones e indicaciones que el Papa Francisco ha dirigido de forma específica al MCC: en la III Ultreya Europea de Roma (2015) o en la VII Ultreya Nacional de Italia (2022). Algunas indicaciones muy claras y muy concretas se derivan de estas intervenciones, que deben marcar una línea básica de reflexión y actuación para todo el Movimiento:
- “Habéis sido llamados a hacer fructificar el carisma que el Señor os ha confiado”.
- “¡Qué necesario es salir, ir más allá, sin cansarse jamás, para encontrar a los así llamados lejanos!”
- “Buscar modalidades que permitan ir adelante con vuestro carisma. Esto es muy importante. No dejar que los condicionamientos externos nos bloqueen”.
- “Lo haréis, si sois dóciles, con actitud de humildad y confianza, bajo la guía de esta santa madre, la Iglesia, que siempre busca el bien de todos sus hijos; si estáis en sintonía con vuestros pastores y unidos a ellos en la misión de llevar a todos la alegría del Evangelio”.
- “Este ir más allá te permite encontrar situaciones diversas, culturas diversas, y el carisma inicial debe ser traducido por esa cultura. Pero ¡no traicionado! Traducido. Debe ser el carisma, pero traducido”.
- “«Yo no quiero problemas, yo sigo el carisma inicial…». Así, llegarás a ser una hermosa exposición, un museo. Harás de vuestro movimiento un museo de cosas que hoy no sirven”
- “Cada carisma está llamado a crecer. ¿Por qué? Porque lleva dentro de sí el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo hace crecer. Cada carisma debe confrontarse con culturas diversas, con maneras diversas de pensar, con valores diversos. ¿Y qué hace? Se deja llevar adelante por el Espíritu Santo”
- “Me gustaría señalar dos direcciones fundamentales para vuestro “ir más allá”. La primera es ir hacia la comunión. Significa ir más allá de uno mismo y del propio grupo para formar una comunidad y crecer en la Iglesia”.
- “La unidad no se funda en el carisma de un solo individuo ni en la “línea” espiritual de una “corriente”. No, la unidad se funda en la herencia espiritual aceptada por todos, vivida y compartida por todos, comprendida por todos y confiada a todos”.
- “También vuestro movimiento se enfrenta al reto de formar comunidades de discípulos misioneros que salgan al encuentro de los alejados, superando el criterio de “siempre se ha hecho así”, que no es un criterio cristiano”.
- Una dimensión importante de la eclesialidad de nuestro Movimiento es su articulación, conexión y sintonía con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Es el Dicasterio el que nos hace llegar de forma más cercana y directa la voz de la Iglesia, su orientación y discernimiento. Y por tanto, nos corresponde acoger sus indicaciones “con humildad y confianza”, como nos decía el Papa Francisco. Tanto en sus comunicaciones como en la reunión que el OMCC y los Grupos Internacionales mantuvieron en Roma en 2022 con sus máximos responsables, el Dicasterio ha mostrado claramente por dónde y cómo debe caminar el MCC10… y ese es el camino de la eclesialidad del MCC.
La REALIDAD de HOY, el mundo y la sociedad de nuestro tiempo, a la que el Movimiento necesariamente tiene que responder, en el que tiene que realizar su urgente misión evangelizadora.
- En palabras del Papa Francisco, “no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época”. Un cambio de época que requiere repensar cómo vivir, como compartir y cómo transmitir adecuadamente la propuesta cristiana. Eso atañe a toda la Iglesia y eso atañe al MCC.
- La realidad de hoy es compleja, variable, incierta, ambigua. Es diferente. Plantea retos nuevos, porque existen muchas situaciones humanas, familiares, sociales y culturales nuevas, diferentes11. Y a esas situaciones y a esos retos el MCC tiene que responder, necesariamente, si quiere llevar a cabo su tarea evangelizadora.
- Para ello, corresponde realizar un ejercicio serio y sereno de reflexión, de estudio y discernimiento de la realidad actual en todas las estructuras del MCC. “Por eso, el carisma al que pertenecemos debe ser profundizado cada vez más, y debemos reflexionar siempre juntos para encarnarlo en las nuevas situaciones que vivimos. Para ello, se requiere de nosotros una gran docilidad, una gran humildad, para reconocer nuestros límites y aceptar el cambio de modos de hacer y de pensar anticuados, o de métodos de apostolado que ya no son eficaces, o de formas de organización de la vida interna que han resultado inadecuadas o incluso perjudiciales”12.
- Este mirar a la realidad, por otro lado, es algo muy propio y muy significativo en el carisma y la mentalidad del MCC: “El punto de partida del MCC fue el conocimiento profundo de la realidad – un mundo de espaldas a Dios, a Cristo y a su Iglesia” (IFMCC 3, n. 67); “el punto de partida de la mentalidad sigue siendo hoy el conocimiento de la realidad actual y la necesidad de responder ante ella” (IFMCC 3, n. 73).
- Por tanto, estudiar y discernir la realidad, para responder adecuadamente. Y esta respuesta del MCC, que es hoy más insoslayable que nunca, conlleva una exigencia de renovación, de adecuación, de actualización. En fidelidad, ciertamente, pero también desde la búsqueda, la apertura y la creatividad.
- Se requiere, por tanto, un proceso de discernimiento para renovar y adecuar nuestras ESTRUCTURAS de SERVICIO, nuestras Escuelas y Secretariados. Para que sean realmente estructuras que sirvan, que cumplan su propósito: impulsar realmente la vida del MCC, hoy, en la realidad actual, en este momento.
- Estructuras que profundicen en la mentalidad propia y específica del MCC, de manera que sea en verdad la mentalidad de todos los dirigentes del MCC.
- Estructuras que sirvan a la finalidad del MCC, que estén por tanto dirigidas hacia fuera y eviten la tentación de cerrarse en sí mismas. Que impulsen a salir, a llegar a otros, a anunciar a muchos la buena noticia del amor de Dios.
- Estructuras que promuevan, cuiden y construyan la comunión. A todos los niveles del MCC, hacia dentro y hacia fuera. Que sean los primeros espacios en donde aprender y vivir la comunión, desde la acogida a todos, el respeto mutuo, la participación libre, la corresponsabilidad y la amistad.
- Estructuras que trabajen por la plena eclesialidad del MCC, en todos los ámbitos, desde la apropiada inserción diocesana a la implicación en el camino sinodal de la Iglesia Universal.
- Un reto especialmente importante hoy en para nuestras Estructuras es su capacidad para llegar, para acoger y para integrar a los jóvenes en nuestro Movimiento. Implica un proceso de reflexión, en ocasiones una profunda renovación y una opción decidida y prioritaria para que los jóvenes sean una realidad fundamental en el MCC, a todos los niveles.
- Con la misma perspectiva, responder al mundo de hoy requiere una revisión, una actualización, una adecuación del MÉTODO del MCC. Precisamente para que cumpla mejor su función, para que posibilite una actividad evangelizadora fructífera, adecuada, eficaz en el contexto actual, atendiendo a los hombres y mujeres de hoy, en sus circunstancias concretas y específicas.
- El primer requisito para ello es entender y asumir lo que realmente es esencial del método. Lo que permite que el método sea eficaz, hoy como ayer. Aquello que constituye su fuerza y su certeza.
- Sobre esos elementos y aspectos esenciales del método habrá que discernir en cuanto a la mejor forma de llevarlos a cabo, de aplicarlos de forma que mejor se adecuen a los condicionantes y situaciones de hoy.
- El Precursillo, revisándolo para que pueda ser un proceso real de acompañamiento de personas, sabiendo acogerlos en sus diversas circunstancias y condicionantes, por difíciles que parezcan. Que se den, desde la amistad, el testimonio y la oración, los pasos necesarios para llegar a tantos hermanos y hermanas que están lejos, desorientados y dolidos. ¡Incluyendo a los jóvenes!
- El Cursillo, adecuándolo para que sea siempre momento de encuentro. Con uno mismo, con Dios y con los demás. Aceptando que el encuentro puede revestir distintos matices para distintas personas. Y que las personas pueden tener distintas formas de integrarse en la Iglesia… El punto de partida, en el Cursillo, siempre tendrá que ser la experiencia del amor de Dios, el comienzo de un proceso de conversión y la posibilidad de una vida nueva…
- El Poscursillo, renovándolo para que siempre sea cauce de vida19, para que las personas puedan encontrar espacios comunitarios y eclesiales con vida, abiertos y dinámicos, que impulsen a seguir caminando y a seguir fermentando nuevos ambientes, siempre en movimiento, siempre tratando de llegar más allá.