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LA SINODALIDAD EN EL MCC.

Mons. Faustino Burgos Brisman, CM

Asesor del GLCC.

El Papa Francisco nos enseña la manera de concebir y vivir la sinodalidad como una actitud de escucha. Una Iglesia sinodal es una Iglesia que tiene conciencia de que escuchar es más que oir. Oímos ruidos, alaridos, oyes, pero escuchar, significa más: es un camino de doble vía. Es una escucha recíproca en la cual, cada uno tiene algo qué aprender y qué aportar. Es Pueblo de fieles: Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros y todos en escucha del Espíritu Santo.

La sinodalidad consiste en recrear y dinamizar nuevos espacios que propicien el encuentro de comunión y participación entre todos los que conformamos la Iglesia: comunidades y movimientos apostólicos. Todos como hermanos, que han tenido la experiencia de Cristo, vivo y cercano, que camina en medio de su pueblo. Esto va más allá de la realización de eventos sinodales propios de los obispos.

Sinodalidad es una forma de ser y de expresarse en la Iglesia, modo de vivir y modo de actuar de la Iglesia. Así, la sinodalidad es como la savia que, extraída de la tierra por las raíces, nutre todas las artes del árbol. La sinodalidad conlleva la puesta en ejecución de cuatro acciones: Comunión, participación, corresponsabilidad y misión.

Cuando hablamos de comunión, no es sólo decir que estamos juntos, sino que somos hermanos, hijos de un mismo Padre, con un mismo pensar y un mismo sentir, una sola alma. Participamos de la misma vida de Cristo. Donde lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. Participación, es estar presente de manera plena, consciente y activa. Esto va muy unido a corresponsabilidad: todos hemos de empoderarnos, aportar nuestro granito de arena, como aquel joven que dio cuanto podía dar: ”cinco panes y dos peces”. Corresponsabilidad se opone a la indiferencia, a la pasividad, al acaparamiento, al centralismo, la marginación, a la imposición. Corresponsabilidad significa: responsabilidad compartida y esta a su vez dar respuesta a las tareas encomendadas. Evangelizar, es tarea de todos, ayer, hoy y siempre. Aceptamos a Jesucristo, nos hacemos sus discípulos para ser enviados por él, de dos en dos.

Por lo tanto, cuando hablamos de Sinodalidad, de Iglesia sinodal, estamos hablando de un modelo de Iglesia que supera todo tipo de individualismo, y resalta la dimensión comunitaria de la Iglesia como pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo. La comunión exige abrirse a la participación de todos los miembros de la Iglesia. San hablo nos recuerda que la Iglesia es un Cuerpo y Cristo es la cabeza.

Sinodalidad, es caminar en comunión, participación y corresponsabilidad para asumir la Misión que Cristo nos encomienda. Estamos llamados a caminar en sinodalidad, desarrollando actitudes de comunión, participación, corresponsabilidad para la misión.

Desde sus orígenes el MCC, por esa intuición propia de los iniciadores, hemos caminado en Sinodalidad, aunque no se le haya llamado así. Bastaría con hacer una mirada retrospectiva y veremos cómo y de qué forma el MCC ha ido asimilando, asumiendo los diversos planteamientos pastorales de la Santa Sede, de nuestros obispos y colaborando en las acciones evangelizadoras de laiglesia en los diferentes ambientes del mundo.

Una de los características del carisma del MCC es que “ayuda a descubrir y realizar la vocación personal” de quien vive la experiencia del cursillo. Es decir, que el MCC no hace “cursillismo” sino que hace iglesia. Por esa razón, quienes descubren en el cursillo su responsabilidad evangelizadora son acompañados y animados a comprometerse con Cristo, no solo desde lo fundamental de nuestro Movimiento, sino desde la vocación especifica de servicio de su preferencia a través de las distintas realidades evangelizadoras que existen en nuestra iglesia.

Todo esto nos ha de llevar a agradecer a nuestro Hermano Mayor, este dinamismo, esta participación y, a continuar fortaleciéndola. Si hemos caminado en sinodalidad sin llamarle de esa manera, pues nuestro trabajo ha sido así, ahora con más conocimiento debemos seguir trabajando con espíritu y actitud sinodal. Es lo que el Espíritu sugiere y es el paso que marca la Iglesia actual. ¡Adelante, sigamos caminando en Sinodalidad! Juntos más allá, siempre más allá”

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