Un viaje de fe, amistad y entrega que sigue transformando vidas en el corazón de Oceanía.
La historia del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Australia es una hermosa crónica de fe, amistad y audacia apostólica. Nació de la mano de un grupo de inmigrantes hispanohablantes que, con el corazón lleno de entusiasmo y el deseo de compartir lo vivido en sus países de origen, sembraron en tierra austral la semilla del MCC.
Todo comenzó en los años 60, cuando varios cursillistas españoles, recién llegados a Nueva Gales del Sur, se unieron al padre Bennino Martin, capuchino, para celebrar los primeros fines de semana en español en 1963 y 1964. En la parroquia de San Fiacre, en Leichhardt (Sídney), floreció pronto una pequeña pero vibrante comunidad: se organizaron Ultreyas, Reuniones de Grupo y una Escuela de Líderes que mantenía viva la llama del cuarto día.
Pero el Espíritu no se detuvo ahí. Aquel pequeño grupo, movido por el deseo de compartir su experiencia con toda la Iglesia australiana, fue el puente que permitió que el MCC echara raíces también en lengua inglesa. Gracias a la colaboración entre cursillistas hispanohablantes y un equipo venido desde Estados Unidos, en 1965 se celebró el primer Cursillo en inglés. Fue un gesto valiente y generoso: los cursillistas españoles ofrecieron su tiempo, su testimonio y su apoyo para ayudar a otros a vivir el mismo encuentro personal con Cristo.
Entre los protagonistas de esta expansión destaca Chuck Heller, profesor universitario estadounidense, y su esposa Rita. Su llegada a la Universidad de Armidale fue providencial. Al contactar con el padre Bennino, surgió el sueño de iniciar los Cursillos en inglés. Con la bendición del obispo Edward Doody y la ayuda de cursillistas de Michigan y España, el primer Cursillo en inglés se celebró en Armidale en julio de 1965, marcando un antes y un después. Pocos meses más tarde, tendría lugar también el primer Cursillo de mujeres.
Desde entonces, el MCC creció con fuerza en todo el país. En cada diócesis —Sydney, Melbourne, Canberra/Goulburn, Brisbane, Perth, Townsville, Hobart y muchas más— el testimonio de hombres y mujeres transformados por su encuentro con Cristo fue el motor de un movimiento que supo adaptarse a la diversidad cultural y geográfica de Australia. Los cursillistas recorrieron miles de kilómetros, cruzaron desiertos y mares interiores, impulsados por un mismo fuego: llevar la Buena Noticia a todos los ambientes.
A lo largo de las décadas, el MCC en Australia ha sido signo de comunión entre culturas. A la raíz hispana se unieron con el tiempo comunidades vietnamitas y coreanas, que encontraron en el Cursillo un espacio donde su fe podía florecer en familia. Las Escuelas de Líderes, las Ultreyas y los encuentros nacionales y regionales fueron tejiendo una red de amistad cristiana que sigue viva hoy.
Mirando hacia atrás, la historia del MCC en Australia es una historia de confianza y perseverancia. Hombres y mujeres de distintas lenguas y procedencias se unieron en una misma misión: construir cristianamente los ambientes, hacer de cada rincón de Australia un testimonio del amor de Dios. Desde las primeras reuniones en español hasta los encuentros internacionales que hoy reúnen a cursillistas de todo el mundo, el Espíritu ha guiado este camino con la misma frescura del primer día.
El Movimiento de Cursillos en Australia continúa escribiendo su historia. En cada Ultreya, en cada Grupo, en cada nuevo Cursillo, resuena la misma llamada: “Cristo cuenta contigo”. Una llamada que cruzó océanos y que, gracias al testimonio de tantos, sigue encendiendo corazones en tierra nueva.
“La fe que recibimos no es para guardarla, sino para compartirla; y cada Ultreya, cada encuentro, es una oportunidad de encender el corazón de alguien más con la luz de Cristo.”
— Cursillista australiano