Cuando el Papa Francisco anunció el tema de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, también definió el objetivo del Sínodo, en palabras de Joseph Ratzinger, como “aprender juntos, pensar juntos, hablar juntos, para actuar juntos en el proceso de transmisión de la verdad”. ¿Cómo permite este “camino común”, que hoy se realiza a diferentes niveles (del local al universal), a la Iglesia proclamar el Evangelio de acuerdo con la misión que le ha sido confiada? ¿Cómo está presente esto en el Movimiento Cursillo en la región europea?
El carisma fundacional del MC es único y distintivo, y sus elementos característicos están en línea con los objetivos papales del camino sinodal:
- Crea una forma de pensar -una mentalidad- y establece y opera un movimiento eclesial
- Tiene un método kerygmático único que se realiza a través de la amistad y el testimonio
- Hace posible la conversión, la experiencia y el compartir la esencia de la vida cristiana
- Nos ayuda a reconocer y cumplir nuestra vocación personal
- Fomenta la creación de grupos de cristianos que comparten su vida en la amistad cristiana
- Su objetivo es actuar como levadura del Evangelio en su entorno.
El Cursillo ofrece la esencia del cristianismo, tanto en el contenido como en el método.
Comunica la Buena Nueva en el lenguaje de la audiencia, y así como Jesús explicaba las parábolas a sus discípulos, los participantes del Cursillo también tienen la oportunidad de hacerlo en las conversaciones de mesa y los intercambios vespertinos que siguen a los testimonios, y en las conversaciones personales con el director espiritual. Podemos decir que la sinodalidad es una realidad que se vive constantemente en el Movimiento Cursillo, fluyendo del carisma. La estructura organizativa del Cursillo, el papel decisivo de los laicos, la Escuela de Líderes, la experiencia del 4º Día Eterno con el apoyo de los pequeños grupos y las Ultreyas, complementan y promueven el carácter sinodal que aparece en el fin de semana Cursillo. El objetivo declarado del fin de semana Cursillo es ayudar a los participantes a:
- Recordar cómo el Espíritu ha guiado el camino de la Iglesia a lo largo de la historia, y cómo nos llama hoy a ser juntos testigos del amor de Dios;
- Experimentar un proceso eclesial participativo e inclusivo que dé a todos -especialmente a los que por diversas razones se encuentran en la periferia- la oportunidad de expresarse y ser escuchados, para contribuir a la construcción del Pueblo de Dios;
- Reconocer y apreciar la riqueza y diversidad de los dones y carismas que el Espíritu concede generosamente para el bien de la comunidad y en beneficio de toda la familia humana;
- Descubrir formas de ejercer la responsabilidad participativa en la proclamación del Evangelio y la construcción de un mundo más bello y habitable.
La cooperación armoniosa con la jerarquía es una cuestión clave para el MC, desde la alineación con el plan pastoral de la diócesis hasta la integración parroquial y la vida interna del movimiento. Un movimiento espiritual que funciona bien no es un obstáculo para la realización de la “universalidad interna” de una parroquia, sino que la ayuda a integrarse en una perspectiva mucho mayor: la universalidad de toda la Iglesia. Como parte integrante de la Iglesia, también se enfrenta al desafío general de las misiones: debido a la diversidad de lenguas y culturas, por un lado debe esforzarse por adaptarse a las condiciones locales, pero por otro lado quiere preservar sus características originales.
En el Movimiento Cursillo, la sinodalidad está presente y activa como realidad propia del movimiento, y la encontramos y vivimos en los países de la región europea, tanto dentro del movimiento como en conexión con la Iglesia universal.
GECC.