En su primer mensaje a los jóvenes tras el jubileo de Roma, el Papa León XIV se ha dirigido a nosotros con la ternura de un padre y la pasión de un pastor. Sus palabras, dirigidas a quienes nos preparamos para la próxima Jornada Mundial de la Juventud Diocesana, que se celebrará el 23 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey, no es solo una reflexión, sino una invitación que nos toca el corazón: «Ustedes también dan testimonio, porque están conmigo» (Jn 15,27).
El mensaje del Santo Padre comienza expresando con gratitud, agradeciendo la fe y la alegría que hemos llevado a la Iglesia, especialmente durante el Jubileo que acabamos de vivir. Pero no se queda ahí: nos anima a no dejar que esa experiencia sea un momento aislado, sino un fuego que siga ardiendo en nuestra vida, transformando nuestra fe en un testimonio diario de amor, esperanza y servicio.
Una amistad que transforma
El mensaje continua recordándonos que el testimonio cristiano nace de la amistad viva con Jesús, que nos llama amigos y no siervos. Él nos conoce, nos ama y nos envía. Cuando abrimos nuestro corazón, nos renueva y nos da el valor de vivir de manera distinta.
Esta amistad cambia todo. Nos despierta la alegría de ser discípulos amados y nos da la libertad de dar testimonio no poniéndonos en el centro, sino señalando siempre a Cristo, como hizo el apóstol Juan, quien se definió a sí mismo como “el discípulo al que Jesús amaba”.
Testigos de esperanza en un mundo herido
El Papa mira con compasión nuestras realidades: la soledad, la injusticia, la incertidumbre. Pero nos recuerda que nuestros corazones jóvenes son capaces de grandeza: podemos acompañar a quienes sufren, caminar con los excluidos y mostrar que Dios está cerca.
«No nos desanimemos», nos exhorta. Incluso ante el rechazo o la incomprensión, la luz de Cristo puede brillar a través de nosotros. Cuando respondemos al odio con perdón, a la oscuridad con bondad y al miedo con amor, nos convertimos en testigos vivos del Evangelio, misioneros de esperanza en un mundo que nos necesita.
Constructores de paz y fraternidad
Nuestra amistad con Cristo nos enseña a ver a los demás como hermanos y hermanas, no como rivales. El Papa nos invita a ser constructores de paz, a superar la indiferencia y las divisiones, y a comprometernos activamente en la construcción de una sociedad más justa y reconciliada.
No sigamos a quienes usan la fe para dividir; organicémonos para reconciliar, para eliminar desigualdades y para dar testimonio de unidad. Donde llevamos fraternidad, la paz del Señor Resucitado se hace visible y transforma corazones y comunidades.
Con María, nunca solos
Al pie de la cruz, Jesús nos confió a María como madre y compañera de camino. El Papa nos invita a acogerla como lo que es, una verdadera Madre, descubriendo en su ternura una guía segura en nuestro caminar. A través de la oración, especialmente el Rosario, comprendemos que nunca estamos solos: siempre somos amados, perdonados y fortalecidos por Dios.
Por eso, como jóvenes cursillistas, estamos llamados a vivir esta experiencia con intensidad. Somos instrumentos de una Iglesia evangelizadora, capaces de llevar el primer anuncio a nuestro entorno. Dejemos que nuestra amistad con Cristo se convierta en un fuego que alcance a otros. En nuestras escuelas, parroquias y comunidades, seamos el corazón que camina, acoge y anuncia. El mundo espera nuestro testimonio.
¡No nos dejemos vencer por el miedo! Demos testimonio con alegría y dejemos que la luz de Cristo brille en nosotros y a través de nosotros!
https://www.vatican.va/content/leo-xiv/es/messages/youth/documents/20251007-messaggio-xl-gmg.html